El primer sello de correos se puso en circulación el 1 de mayo de 1840. Su inventor, el inglés Rowland Hill, consider su implantación como una medida meramente utilitaria, destinada a contrarrestar el fraude y la picaresca de que eran víctimas las administraciones de correos de la época por parte de quienes eludían el pago del porteo. .
Hill probablemente no lleg a imaginar que su invento iba a ser atesorado por millones de apasionados coleccionistas en todo el mundo. Al comienzo, dado el elevado precio del franqueo, el uso de los sellos se reservaba a una minoría y, normalmente, sólo se coleccionaban ejemplares usados. Resulta comprensible el interés que suscita el sello, pues en un reducido espacio de papel se plasma una miniatura que, gracias a la creación artística y a la perfección de los sistemas de reproducción gráfica, puede alcanzar notable belleza.
/*/*El formato de los sellos hace posible su contemplación, estudio, clasificación y archivo con razonable comodidad. Las posibilidades que éstos nos brindan son amplísimas: permiten ahondar los conocimientos sobre los países, pues acostumbran a reflejar los más variados aspectos históricos, políticos, culturales, artísticos, técnicos, folklóricos, deportivos, etc. En muchos países el sello es también utilizado para difundir campañas de educación cívica, conservación de la naturaleza, etc. Normalmente, los Estados garantizan la cantidad y controlan la calidad de los sellos que emiten, y suelen plasmar en ellos características propias. El rigor aportado a las emisiones y el control de las tiradas permite que, con el paso del tiempo, el sello se revalorice y pueda ser objeto de inversión, sumando as el interés económico al entretenimiento.
El primer coleccionista del que se tiene noticia fue el doctor Gray, funcionario del British Museum de Londres, poseedor en 1840 de ejemplares de los dos únicos sellos que existían: el de 1 penique, negro, y el de variedades de plancha y color y los diversos matasellos.
En 1864, a propuesta del coleccionista francés G. Herpin, y en la revista pionera Collectionneur de Timbres Poste, editada en París, se someti a debate el nombre con el que designar la afición, llamada por entonces de diferentes maneras: timbrofilia, seliografía, etc. Herpin defendi filatelia, que deriva de las palabras griegas philos, amigo o amante, y áteles, exento de gastos de porte, en este caso al haber sido pagados con antelación. Este último aspecto fue una de las innovaciones que introdujo Rowland Hill en la Ley de Reforma Postal de 1839. El término tard en implantarse, y as, en España, no se incluy en el Diccionario de la Real Academia hasta 1922. Hoy, sin embargo, es de uso común.